jueves, 12 de diciembre de 2013

Series (tranquilos, no hay spoilers)

Lo admito, soy un fan absoluto de las series. Además, soy de los que van de “no veo series españolas”. Pero no lo hago por parecer intelectual, es que las que se hacen aquí o me parecen malas (igual que muchas de los USA) o están bien hechas pero no me interesan.

Estaba hablando hace media hora con un amigo sobre una serie que ambos vemos, que se ha convertido en fenómeno de masas: Walking Dead.

Está en su cuarta temporada y él como buen aficionado ya se ha bajado todos los capítulos de la mid season (dividen la temporada en dos mitades, ocho capítulos y te dejan con la miel en los labios, a punto del ataque de histeria unos mesecitos hasta que sepas qué demonios pasa al final).

Yo también la sigo, pero la temporada anterior me costó un poco acabarla y no me había enterado de que la cuarta se estaba emitiendo ya. No es que ya no me guste, es que es demasiado dolorosa.

Sin desvelar nada a los millones de personas sin vida social que tienen a los caminantes entre sus visionados obligatorios de la semana, esta es una serie de un apocalipsis (original al máximo), en este caso zombie.

La mayoría de la población se ha convertido en seres sin cerebro que comen humanos. Los humanos son minoría y deben enfrentarse a todos esos zombies con hambre atrasada. También deberán luchar con otros grupos de humanos. Como son pocos, lo normal es que se maten entre ellos en vez de unirse. Muy humano.

Os podéis imaginar cuál es la dinámica básica de la serie: muerte y sufrimiento. Nadie está libre de estos dos componentes. Ni los protagonistas. Así que una vez entras en su mundo, te resignas a ver morir de forma brutal a personajes de ficción a los que habías llegado a querer más que a personas reales (no es tan difícil).

Es lo que tienen las series modernas: son “realistas”. Vamos, que los guionistas están deseando que un protagonista sea el preferido de todo el mundo para cargárselo. O hacerle sufrir viendo como mueren sus seres queridos, que es peor. Estoy convencido que para ser guionista de una serie es necesario haber tenido una adolescencia traumática. Que todo el mundo en el instituto se riera de ti. Ahora llega su venganza, destruyendo las vidas de los demás.

Pero no es la única que sigue esta línea. Como os decía, es lo habitual, no hay serie que quiera estar en todas las listas de “las diez mejores de la historia de la televisión” que no esté dispuesta a sembrar el dolor y la consternación en millones de hogares.

Su objetivo es conseguir que al acabar un capítulo, mientras salen los títulos de crédito, la expresión del espectador se encuentre desfigurada por lo que acaba de ver, que no sea capaz de procesar las imágenes que su retina ha almacenado, con la boca entreabierta, desencajada y los ojos como si fueran los de un dibujo japonés. Musitando en voz baja “Dios mío, oh dios mío, no puede ser”.

Así que me he propuesto no hacerles el juego. Conmigo no lo conseguirán. A partir de ahora mismo prometo coger manía a todos los personajes de Walking Dead, Juego de Tronos, Breaking Bad, Homeland, Los Soprano, Boardwalk Empire.

Me da igual que mueran, sufran amputaciones, pierdan a su mujer, marido o hijos, que su negocio familiar sea arrasado por el fuego. Se acabó seres malvados, no volveréis a hacerme llorar. Lo juro.


Y si no soy capaz de mantener mis ojos secos, entonces me pasaré a ver solamente comedias de situación.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Carta abierta a las veinteañeras solteras

4-11-13

Queridas señoritas en la flor de la vida:

Si os encontráis dentro del grupo de mujeres sin pareja, ni amigos especiales, ni tipos con los que combatir el frío del invierno que se acerca, permitidme que os regale un consejo.

No perdáis el tiempo con los chicos de vuestra edad. Vosotras ya sois mujeres, pero ellos aún se encuentran mentalmente en plena pubertad. No os interesa aguantar el comportamiento infantil de un niño en el cuerpo de un adulto para conseguir algún revolcón ocasional.

Si de verdad os apetece tener una pareja, buscad entre las filas de los mayores de treinta. Sí, ya sé que de primeras os dará reparo pensar en “señores mayores” como objeto de cualquier relación, pero son todo ventajas.

Eso sí, elegid con un poco de ojo. Arrimaros a uno que no esté en la división de “border line”, sin trastornos obsesivos compulsivos e independiente. Si vive con sus padres, ni los buenos días, corred.

Con un treintañero normal, del montón, disfrutaréis de algunas ventajas que los niñatos de veinte no podrán ofreceros:

Coche propio. Será un utilitario, normalito, no esperéis un BMW 530, pero al menos será suyo. No os tocará pasearos en un coche familiar, que papá le ha prestado al jovencito, solamente hasta las 12, con una enorme L en la parte de atrás. Si os ve alguna “amiga” perra de esas que lo larga todo, la humillación está asegurada.

Casa propia. De alquiler, 45 metros cuadrados, sin lujos y posiblemente no muy ordenada. Pero no habrá que esperar a que vuestros padres se vayan a cenar con unos amigos o de fin de semana al pueblo para poder tener un rato romántico o de sexo salvaje (cuestión de gustos o de ganas). Además evitas el estrés de que la puerta se abra de repente porque papá y mamá volvieron antes de lo previsto y os pillan jugando a los médicos en su cama. Breve, pero relajado.

Tienen trabajo. Hoy en día no es tan fácil como hace unos años, pero lo primero que os dije es que hay que ser selectivas, hacer un casting antes de decidirse. Porque no esta mal cenar de vez en cuando en un restaurante de verdad, con cubiertos de verdad, copas de verdad, camareros y comida de verdad. Es alimentarse igualmente, pero de otra manera más agradable que en MacAuto.

Además no será solamente bueno para vosotras, llevaréis la felicidad a un tipo que ya no esperaba poder pasearse del brazo de una mujer más joven, guapa y turgente que todas sus ex. Sus amigos, casados y padres de familia, que le miraban con ese gesto de preocupación por su soltería, por no tener la vida resuelta como ellos, empezarán a mirarle de otra forma: se llama envidia.

Por supuesto, no os digo que esta sea una relación para toda la vida, que encontraréis a vuestra “media naranja”, nada de eso. Ellos son conscientes de que no durara eternamente, no se sentirán engañados el día que abandonéis su cama. Ni siquiera os pedirán fidelidad, sólo compañía.

Será una experiencia distinta para vosotras, incluso puede que divertida, mientras el chico que siempre os ha gustado madure y se le pueda considerar una opción real. Y lo mismo si estudiáis geriatría os convaliden como prácticas.


P.D.: Que el que os escribe esté a punto de cumplir 37, se encuentre incomprensiblemente soltero y cumpla los requisitos, no ha motivado esta carta.

martes, 23 de julio de 2013

Sobraos/as

Percibo cada día una mayor concentración de estupidez en este país. Puede que esté relacionado con el cambio climático, que el efecto invernadero haga que se disparen los niveles de estúpidos/as que pueblan las ciudades de la geografía española.
Aunque si realizáramos un estudio detallado estoy seguro que los porcentajes más altos se encontrarían en espacios concretos como la televisión y el Congreso, cualquier ambiente es propicio para encontrarte con uno de estos seres.
Pero como todo en la vida, hay categorías. No todos los sobraos/as están al mismo nivel.
Tenemos sobraos/as de primera categoría, los que van de intelectuales. Intelectuales de izquierdas, por supuesto. Desde que gobierna el PP se han reproducido exponencialmente, como el Gremlin malo que se lanza a la piscina.
Ellos/as saben que están por encima de los demás, es natural que miren a todo el mundo por encima del hombro con un mezcla de arrogancia y condescendencia. Ellos/as son antifútbol, antitaurinos, anticlericales y cuando van al baño leen a Proust y Sartre. Escuchan música albana, eritrea y de diversas aldeas al norte de Nueva Delhi de las que no conozco el nombre debido a mi falta de cultura.
Los demás somos un rebaño de homo sapiens subdesarrollados, básicos e ignorantes que no merecemos ni pisar el mismo suelo que ellos/as. Por suerte las pocas ocasiones que abandonan sus tronos dorados y deciden descender entre nosotros, no andan, levitan.
Algunos son tan generosos/as que deciden compartir su sabiduría con la masa a través de la televisión, como Pablo motos. Sus programas científicos y divulgativos contribuyen a elevar nuestro coeficiente de “patético” a “triste”. También aumentan de manera considerable sus cuentas corrientes y les convierten en las estrellas de anuncios de telefonía, pero estos son asuntos menores, su misión es salvarnos de la inmundicia intelectual en la que nos encontramos.
Nunca las parece suficiente. Uno de ellos ha decidido dar un paso más y con la ayuda del gran Carlos Jean, músico y productor insigne experto en hacerse rico con el trabajo de los demás, se han propuesto devolver al mundo musical al grado de excelencia que ha perdido. Van a reclutar un grupo de niños para formar una “boy band”. Para los que no dominen el inglés: un grupo de adolescentes muy monos que no saben cantar,  ni bailar, que no tocan ningún instrumento, pero que dan mucho dinero gracias al resto de adolescentes que los convierten en sus ídolos.
No tengo ninguna duda que siendo tan de izquierdas todo ese dinero será para los niños y sus familias, nada de contratos leoninos y de letra pequeña que enriquezca aún más a nuestros queridos intelectuales. Están por encima de lo material, son casi seres etéreos.
Es en el mundo de la música donde encontramos a los estúpidos/as de segunda categoría. Los que piensan que son el centro del mundo, cuando en realidad viven en las afueras y mal comunicados. Esos mismos que hace un mes eran personas humildes, normales, que trabajaban en el Mercadona para poder grabar su primera maqueta.
Es grabar esa maqueta y trasladarse a una dimensión paralela donde ahora son dioses/as, figuras eternas de la música, rodeados de cortesanos que deben satisfacer sus deseos y arrodillarse a su paso cegados por la luz de su don divino.
La misma gente que les ayudó a empezar, les dio la primera oportunidad, o les hizo una buena crítica de su disco se convierten en desconocidos, pierden su nombre para pasar a llamarse “tú”, “ese de ahí” o “esta”. Antes eran compañeros de copas y ahora “ellos” tienen que tratar con sus asistentes, managers y public relations para preguntarles la hora.
Caminan con el cuello muy estirado, como si tuvieran miedo de cruzar la mirada con una de esas personas inferiores, los mismo que iban a sus conciertos multitudinarios de 17 espectadores en una sala pequeña y oscura cuando nadie les conocía. Tienen miedo de que puedan contagiarles su mediocridad.
Pero andar mirando hacia arriba puede ser peligroso. Antes o después tropiezas y caes de boca al suelo. Y nadie se moverá un milímetro para ayudar a ponerte de nuevo en pie.

Queridos sobraos/as: el sol no brilla cada día sólo para iluminaros, cuidado no os vaya a quemar el culo.

viernes, 19 de julio de 2013

¡Tú qué sabes!

Mis amigos me acusan de que no soy sociable. En este caso tienen razón. Defiendo mi derecho a no ser sociable con personas estúpidas.
Entiendo que la estupidez es un concepto subjetivo. Una persona que me resulte estúpida puede ser encantadora para el resto de la humanidad. Yo mismo estoy seguro que les parezco estúpido a un grupo numeroso de personas, mayor desde que escribo un blog. Y hay una o dos que no estarían de acuerdo.
Me limitaré a exponer mi afirmación. Para cerrar esta reflexión dejaré un consejo por si se diera el caso de que alguien comparta mi punto de vista.
Lo primero que quiero dejar claro es que no soy una persona clasista, no hago distinciones por sexo, raza, religión o edad. Detesto a todo el mundo por igual.
Pero la estupidez y la hipocresía ocupan los dos primeros puestos en mi lista. No pretendo escribir un ensayo, así que me centraré en la primera.
Mi grupo de amigos esta compuesto de personas que sí son sociables, con una gran capacidad de empatía, por lo que siempre que hay alguien nuevo hacen todo lo posible para que se integre, se sienta cómodo.
Yo participo en menor grado, no soy un gran conversador así que me dedico más a escuchar que a intervenir en las conversaciones grupales. Cuando se forman pequeños grupos y se inician conversaciones más especializadas busco el lugar en el que mi aportación pueda ser mayor
No voy a pecar de falsa modestia, en algunos campos mis conocimientos son mayores que los de la media, lo que no me otorga una posición de superioridad ya que son asuntos triviales: fútbol, cine, música. Pero pueden servir en esa labor de integración.
Soy moderado en mis opiniones, especialmente cuando no estoy de acuerdo. No me gusta descalificar a nadie porque piense de manera distinta. Incluso en el caso de que sepa con certeza que la otra persona no tiene ni idea de los que está hablando Si no tengo una opinión de un asunto porque lo desconozco no me cuesta admitirlo.
Existen personas que piensan que saben de todo, que su opinión de cualquier tema debe ser considerada verdad absoluta. Todos los demás no saben de que hablan y su obligación como ser superior es decírselo de la manera más arrogante y despectiva posible para que no vuelvan a abrir la boca, aburriendo a los demás con su estupideces: “¿Qué te gusta Woody Allen, ese pseudointelectual pretencioso?, tú no tienes ni idea de cine, para hablar conmigo primero te ves la filmografía completa de Bergman y Ozukiro Oje”.
Ante este tipo de elementos me niego a ser sociable. Que nadie pretenda que me siente a sus pies y escuche embelesado como si fuera un discípulo deslumbrado por la sapiencia de su maestro. Optaré por irme y buscar otra conversación. Salvo que me toque las narices con una referencia personal, en cuyo caso mi respuesta no optaría a la más amable del año. No porque contenga palabras malsonantes, sino una proporción elevada de ironía lo más ácida posible.
Si conocéis a una de esta personas y aún no habéis sido bendecidos con una de sus conferencias, preparaos porque antes o después llegará el momento. Un día impartirá una master class sobre música Indie, cine expresionista alemán, auténtico madridismo o bioecología. Ese tema del que vosotros si sabéis un par de cosas pero en el que nunca habéis tratado de parecer los más listos de la clase.
Dejadle que hable, que se confíe, que desprecie a todos los presentes por vuestra tremenda ignorancia y entonces atacad al cuello, demostradle que no sabe de que está hablando, que él es el ignorante. Con elegancia, pero de manera contundente. Callar a un bocazas es uno de los pequeños placeres que ofrece la vida.

Podéis verlo como un servicio público, en favor del bien común. Todo el mundo os lo agradecerá, no de manera ostensible porque socialmente está feo dedicar una ovación con la víctima delante, sino con una mirada o una media sonrisa que digan “!bien hecho¡”.

jueves, 20 de junio de 2013

La función social de la Monarquía

El tema del DNI de la Infanta ha causado un gran debate, numerosos artículos, reportajes, columnas de opinión, preguntas sin respuesta. No me veo con la capacidad de aportar nada nuevo a ese análisis, así que voy a intentar abordar el asunto desde una perspectiva distinta.
Casi todas las teorías e insinuaciones que se han dado estos días apuntan a una situación difícil de creer, un error muy raro que podría utilizarse como cortina de humo.
Yo pienso todo lo contrario. Estos incidentes no corresponden a ningún acto oscuro, sino a una labor social de nuestra querida Casa Real. Teniendo en cuenta la situación del país y aprovechando que su imagen pública se encuentra en su mejor momento, han decidido aportar un poco de humor para que los españoles podamos afrontar con una sonrisa los próximos meses.
Para ser justos, la que inició tan noble acción no fue Cristina, sino su hermana Elena. Después de un período de gran responsabilidad, el primer matrimonio de uno de los hijos del monarca, maternidad, un marido aficionado a los tiros (no es recomendable combinarlo con el deporte, puede llevarte algún sustillo) y un hijo aficionado a disparar, ha decidido liberarse.
Tras su divorcio, perdón interrupción larga de la convivencia marital, ha vuelto a estar en el mercado. Fuera marido, los niños con los abuelos y a divertirse en plan MILF desatada. Por edad y tipito se lo puede permitir.
Con ese desparpajo y salero que tiene, pensó “¿Qué podría hacer para animar a nuestros súbditos que andan mustios con lo de la prima de riesgo y los recortes?”. Y llegó lo de la multa por conducir un tractor sin permiso. Dijeron que había sido un error con el DNI, que el señor Guardia Civil solamente puso 12 en el informe (con este calor te da pereza hasta escribir 8 números y una letra), pero yo creo que lo hizo de verdad, que Eleni es muy echá palante.
A Cristina la veo más paradita. Estoy seguro que no salió de ella la idea, que sería alguno de sus asesores cómicos quien se lo sugirió. Por si no lo sabéis el puesto de asesor cómico está muy solicitado en la actualidad. No solamente lo tienen en la Casa Real, si escucháis cualquier discurso o comparecencia de miembros de los partidos políticos, sindicatos o CEOE, veréis que también han cubierto este puesto con grandes profesionales.
Tras consultarlo con su marido, hombre sensato y cabal, decidió hacerlo, por el bien de España claro. Y se montó el lío que todos conocéis, que si tiene 13 fincas por toda España que no ha declarado, que si Hacienda dice que sí, pero el Registro de la Propiedad dice que no, pues es raro que se confundieran con un DNI que tiene dos números, si se confunden con el mío que soy una persona normal seguro que Hacienda me cruje sin preguntar. Con el señor Montoro como invitado especial y apariciones estelares de los portavoces en el Congreso.
Bien divertido que está siendo, porque todavía no ha acabado, por lo menos esta semana aguanta en cartel.
Cierto que el ideal para el papel protagonista hubiera sido Juan Carlos, tan natural y campechano, con dotes innatas para la comedia popular, pero el hombre no está ya para muchas representaciones. Además ya cumplió en su momento con el tema de los elefantes.

Para todos los republicanos que dicen que la Monarquía no sirve para nada. Nos hace sonreír. ¿Os parece poco?.

martes, 18 de junio de 2013

Los viejos tiempos del algodón

El Señor Don José de la Cavada entró ayer en la lista de personajes que deberían estar callados. O mejor decir lo que piensan, para que los demás tengamos claro el percal de este buen señor.
A Don José le parece que tener 4 días por la muerte de un familiar es una barbaridad, porque ya no tenemos que viajar en diligencia y los desplazamientos no requieren tanto tiempo. A esta declaración tengo que hacer alegaciones a favor y en contra.
En contra Don José, los 4 días no son por el desplazamiento, sino por la pérdida irreparable de un ser querido. Porque por si no lo sabe, si pierdes a tu padre o a tu madre y estás en otra ciudad, el viaje no consiste en llegar al Tanatorio, echar un vistazo al féretro y decir “guay ya he cumplido, ahora tengo 3 días de puente, que guapo, me voy a la playa”.
Esos días se emplean en estar triste principalmente, además de tener resolver cientos de papeleos, ya que cuando una persona se muere se inicia una cadena de trámites que alguien debe hacer, tu madre o tu padre bastante tienen con su dolor como para ponerse rellenar los formularios C-123, H-234 (la documentación para el entierro), hacer gira por los bancos para ver temas de seguros de vida, testamento y similares.
Es normal que usted no lo entienda. Ha demostrado en el pasado una falta absoluta de sensibilidad y respeto por los demás, labor por la que fue reconocido con una sanción del Ministerio de Trabajo por acoso laboral continuado a sus trabajadores, especialmente mujeres. Supongo que todos esos miserables pretendían tener derechos, como si los merecieran y ellas incluso querían tener niños para dejar de trabajar dos o tres meses por esa estupidez de la baja, egoístas.
Pero creo que he descubierto el motivo de su afirmación y lo entiendo. Usted guarda un secreto, es un viajero temporal que vivía en la Virginia de inicios del S XIX. No viajaba en diligencia, sino en una calesa descubierta en la que todos los días comprobaba muy elegante con su traje de lino blanco y su sombrero que sus plantaciones de algodón crecían cada vez más, con su látigo siempre a mano por si algún esclavo se permitía el lujo de parar unos segundos a beber agua o respirar.
Un día despertó en pleno S XXI sin saber cómo había llegado hasta aquí y claro, acostumbrado a las costumbres esclavistas, todo esto de los derechos de los trabajadores le pareció un abuso, una barbaridad, algo que su mente colonial no podía comprender.
Hoy Don José se ha disculpado, admite que eso de la muerte de un familiar es un tema hipersensible. Me confirman que ha tenido que buscar la palabra en el diccionario al desconocer su significado. No era su intención ofender a nadie, es que se sintió ingenioso y quiso hacer una gracieta. El programa de Florentino aquel con famosos “representando” monólogos hizo mucho mal, dio a entender al público que cualquiera puede dedicarse al humor, incluso sin ser capaz de hablar correctamente el idioma (un idioma, el que sea).
Pero no se preocupe Don José, no esta usted solo. Esta mañana en la radio el director de la Razón argumentaba que está muy bien eso de los derechos de los trabajadores, que todo el mundo se queja por este comentario del permiso por fallecimiento y también pediremos baja por maternidad y paternidad (cuando deberían dar como mucho un descanso corto de 15 minutos, usted da a luz y a la oficina a seguir trabajando), todo muy bonito, pero que esa factura la paga el Estado.
Cierto, lo paga el Estado. En mi ignorancia, pensaba que el Estado lo pagamos entre todos (salvo los señores que tienen cuentas en Suiza, los que aceptan sobornos, los que trincan de falsos Eres, los que utilizan organizaciones sin ánimo de lucro para lucrarse todo lo que pueden). Y lo pagamos precisamente para tener derechos.
No pretendo hacer demagogia. Creo que hay muchas cosas que cambiar en la estructura laboral de este país. No es una cuestión de empresarios malos, trabajadores buenos (menos aún sindicatos preocupados realmente por los trabajadores, véase asunto de los Eres). Seguro que existen trabajadores vagos y caraduras, al igual que empresarios miserables, al igual que trabajadores responsables y empresarios dignos.
En todos los grupos hay inútiles, corruptos y gente indeseable que nos han llevado a esta situación. A todos sin excepción hay que retratarlos cuando sacan su verdadera cara, sin mirar el carnet de partido que tengan o en qué lado del mundo laboral se encuentran.
La obtención de derechos implica asumir obligaciones. Para exigir derechos se deben cumplir esas obligaciones.

Pero ojo, no se confunda cambios con retroceso. En nombre del bien común no se pueden suprimir los avances sociales para todos que tanto ha costado conseguir, entre todos.

jueves, 30 de agosto de 2012

Estupidez de importación


Parece que a los grandes celebros televisivos patrios se les están agotando las ideas, por lo que empiezan a importar formatos frescos, originales y de profundo contenido.
En breve podremos disfrutar de “Gandia Shore”. Menos mal, por fin conseguiremos tener nuestro propio “Shore”. Que envidia cuando veía a esos chicos norteamericanos, convertidos en iconos de la juventud USA. No podía menos que indignarme, pensar “con el talento que tenemos en nuestro país para un programa como ese, chicos y chicas dispuestos a cualquier cosa por dinero y convertirse en famosos, poder demostrar al mundo los estúpidos que pueden llegar a ser, y no hay nadie valiente que les de una oportunidad, como está el tema del paro”.
Admito que me equivoqué, que fui débil, dudé de la tele, algo que nunca se debe hacer, en el país de 13 entregas de Gran Hermano, Supervivientes, Hotel Glam, Sálvame y Mujeres, Hombres y Viceversa.
Por lo que he leído, ya se han producido los primeros incidentes, escándalos, broncas, borracheras y denuncias. No esperaba menos de nuestros chicos. Auguro una temporada apasionante con su estreno en MTV. No podía ser en otra cadena, la que nos regala perlas como “Madre a los 16”, “Gordos XXL” o el propio “Jersey Shore”.
Yo apuesto por los nuestros, fijo que nadie nos gana en vulgaridad, simpleza y chusquería. Que el futbol no es lo único que se nos da bien. En el campo de los iconos basura, tenemos figuras de talla mundial, como nuestra “princesa del pueblo”, la incomparable Belén Esteban. Por suerte, su ejemplo ha tenido una gran influencia en nuestra juventud y miles de chicos y chicas desean seguir su ejemplo, tomar su relevo en el futuro.
Para ser justos, debo decir que este verano he podido comprobar que grupos de jóvenes pasaban horas hablando de la final de “Hombre, Mujeres y Viceversa” como tema monográfico, su máxima ilusión era ir a una discoteca a ver a algunos tronistas en persona, lo más grande del verano para ellos. Y otros de la misma edad a los que les gusta leer, hablar de música, que ven los canales de películas de la TDT y que cuando hacen zapping, se saltan Tele5.
La televisión siempre ha sido un elemento de consumo entre los jóvenes, lo sé de buena tinta porque yo he sido joven hace un tiempo y le echaba bastantes horas. No es un invento maléfico, el error está en el uso que hagamos de él, en el mensaje que las cadenas quieran enviar.
No estigmaticemos a la juventud, no los empaquetemos a todos en la misma bolsa. Es una generación con un gran potencial, ayudemos a estimularlo, a plantearles retos que no se basen en “con cuánta gente puedo acostarme y qué puedo sacar por ello”. Ustedes también, señores Consejeros Delegados de canales de televisión preocupados por la audiencia.